lunes, 13 de abril de 2020

Vahan Tekeyan / Llueve, hijo mío


Llueve, hijo mío... El otoño es húmedo,
húmedo como los ojos de un pobre amor engañado...
Ve, cierra la ventana y la puerta,
después ven a mi lado, ven, siéntate frente a mí

en un silencio supremo... Llueve, hijo mío.
¿Llueve también a veces en tu alma?
¿Se estremece también tu corazón? ¿Tiemblas
al pensar en el brillante y pasado sol

detrás de una de las puertas cerradas del destino?
Pero lloras, hijo mío... En la oscuridad, enseguida
brotan lágrimas de tus ojos húmedos, de tus ojos húmedos...

Derrama, derrama las lágrimas de la inocencia pronto perdida;
llora sin saber, mi pobre, imprudente hijo,
la pobre víctima de la vida; llora que puedes crecer.

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