Estamos de acuerdo;
por una vez concedamos que ustedes, los poetas,
tienen la razón; que tienen
toda la razón: sí, las palabras
se gastan, las palabras
envenenan todo lo que tocan.
Digamos que acertaron, que dieron
en el blanco, que cogieron
la cosa por donde era;
digamos que hay palabras metálicas
que si caen desde cierta altura
pueden matar a una persona
y que hay palabras en forma de ceniza
que explotan como pólvora,
y que hay otras palabras que son flores
que se marchitan en un día
—como las de este verso de doble faz,
útil para floreros y promesas–
y que hay otras que se huelen y se tocan y se miran
y palabras detergente
y palabras perfume y que también está la palabra
silencio. Digamos, en fin, que hay palabras
como la palabra caravana o la palabra
sombra, sin mencionar la conocida
rosa. Pero ya estamos llegando
al límite. Las palabras, son palabras, poetas,
y yo no puedo hacer nada por ustedes.
Darío Jaramillo Agudelo (1947 - ):
Darío Jaramillo Agudelo nació en Antioquia, Colombia. Realizó estudios de bachillerato en Medellín y posteriormente, se graduó como abogado y economista en la Universidad Javeriana de Bogotá. Desempeñó importantes cargos culturales en organismos estatales y fue miembro de los consejos de redacción de la revista Golpe de Dados y de la fundación particular Simón y Lola Guberek.
Jaramillo es considerado el principal renovador de la poesía amorosa en Colombia, y uno de los mejores poetas no sólo de la "generación desencantada", sino de la segunda mitad del siglo XX.
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