martes, 28 de abril de 2020
Albeiro Montoya Guiral / Es invencible el insomnio
Una noche lluviosa
no me dejaba dormir con sus ladridos.
Lo llevé afuera,
le introduje el cañón del revólver en el hocico
─estaba amistoso ante mí,
lamiéndome la mano, meneando su cola peluda─.
Lo miré a los ojos y, sin apiadarme, disparé.
La noche lo vio perder la cabeza
y escuchó el último latido de su corazón.
No sé cómo
a pesar de lo que cuento
va detrás de mí a todas partes,
siguiéndome de lejos por los caminos,
y llegando hasta mi lecho para interrumpir mi sueño
el perro incansable de la poesía.
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