lunes, 27 de abril de 2020

Sergio Esenin / Soy el último poeta de la aldea


Soy el último poeta de la aldea,
mis cantos son humildes como un puente de madera.
Asisto a la misa final entre abedules
que inciensan el aire con sus hojas.

Se extinguirá la dorada llama
de este cirio de cera humana
y el remoto reloj de la Luna
gruñirá mi postrer campanada.

Pronto saldrá el huésped de hierro
al sendero del campo azul,
sus negras manos recogerán
la avena derramada por la aurora.

¡Muertas manos, palmas extrañas,
no vivirán entre vosotras mis canciones!
Sólo los corceles de las espigas
llorarán por los viejos amos.

El viento acallará sus relinchos
mientras baila la danza del adiós...
Y el remoto reloj de la Luna
gruñirá mi postrer campanada.

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