Se cuenta que hace muchísimo tiempo, como un presagio anterior al exterminio a manos del invasor, en la costa occidental de la isla Wellington, y en otros lugares de la Patagonia occidental, habitaron monstruosos animales, engendros de bestiales fauces, guairabos gigantes, pulpos, ballenas y gaviotas descomunales, tiuques, cormoranes y cuervos gigantes que arrasaban con toda vida humana que encontraban a su paso dispuestos a devorarlos.
Hubo clanes donde no quedó una sola mujer con vida, las monstruosas bestias las aniquilaron a todas junto a sus niños. Solo lograron sobrevivir dos hombres que en el momento de las matanzas se hallaban lejos, en labores de caza para el sustento familiar.
En ese tiempo, en la isla no existía más que un solo árbol un canelo y se dice que de él nació, como una semilla, un hombre. Por la noche, mientras los dos sobrevivientes lloraban la muerte de sus esposas e hijos, oyeron el desolador llanto de un infante. Fueron en busca de esos lamentos guiados por el viento indómito que transportaba el agudo e insistente sonido de esas lagrimas. Finalmente encontraron a un bebe desamparado a los pies del canelo. Si bien los hombres lo acogieron, creyeron que pronto moriría, pues no tenían leche materna para alimentarlo y solo pudieron hacerlo dándole comer carne de pajaritos. Mas vieron que esta criatura era un ser excepcional: después de algunos días se deslumbraron al ver que el niño ya era todo un hombre. Desde entonces se le conoció como el Hijo del Canelo.
El Hijo del Canelo les dijo que aquel árbol era su madre y no permitiría que nadie lo tocara, lo rasmillara ni arrancara su corteza. Ningún animal de la isla se atrevió a hacerle daño al Canelo porque su hijo era muy alto, grande y robusto, y tenía el don de hacerse adulto o niño a su voluntad. Por esto le llamaron Alape (Alto).
Los hombres que lo habían recogido no dejaban que Alape se alejara de la choza temiendo que los bestiales animales gigantes, siempre con sus fauces y garras al acecho, lo devoraran. Mas sus advertencias solo sembraron en él las ansias de ir a cazarlos y para tal fin confeccionó un arpón de piedra y duras raíces.
Un día, los hombres vieron aquel arpón y el Hijo del Canelo les mostró a la distancia sobre el mar a uno de los engendros que tiempo atrás devoraron a su gente diciéndoles: “Eso es lo que yo quiero cazar”. Así, Alape partió a la playa, se sumergió en las aguas y enfrentó los afilados tentáculos de aquel animal insertando su arpón en la cabeza de la bestia. Luego de esta ardua y agotadora faena regresó a la choza y preguntó a los hombres: “¿Dónde está el pájaro que andaba merodeando?”. Ellos le respondieron que no continuara con esta cacería, pues el resto de los monstruosos animales lo aniquilarían en venganza. Pero él prosiguió: “¿Dónde vive el monstruo?”. Y ellos le contestaron: “En el seno”. El joven se embarcó y luego de remar por largo rato avistó al ave gigante. Mientras dormía se aproximó a ella y con su arpón atravesó su duro y tupido plumaje junto con su corazón. De este modo Alape, el Hijo del Canelo se transformó en el héroe que exterminó a las temibles criaturas.
Al tiempo los dos hombres, al ver que no existían amenazas monstruosas, remaron y remaron hacia otras islas cercanas en busca de nuevas esposas y nuevos hijos dejando a Alape junto a su amada madre El Canelo.
Tiempo después, apareció un solitario hombre en la isla al cual Alape tomó a su cuidado, advirtiéndole que debía proteger al canelo, porque era más que un árbol, era su madre. Y el hombre se esmero en cuidar y mantener limpio el canelo, mientras su hijo estaba lejos.
Durante mucho tiempo pensaron que estaban solos en el mundo, más un día se encontraron en la isla con un hombre que no tenía abrigo, caminaba completamente desnudo, tampoco conocía el fuego, por que vieron que todo lo comía crudo y a los animales que cazaba les sorbía la sangre. Este hombre les conto que se encontraba extraviado y que tenía una mujer y una hija soltera abandonadas en una isla cercana y que podrían haber sido devoradas por lo monstruos. Alape navego afanosamente bajo tormentosas lluvias por días y días hasta que pudo encontrarlas.
Al fin, Alape el Hijo del Canelo y la hija de ese hombre se casaron y tuvieron un hijo, al que llamaron Arco Iris.
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