Kóoch, dios creador de todas las cosas, sintio tal la soledad y tristeza de que empezó a llorar. Lloró, lloró y lloró tanto, que sus lágrimas formaron el Mar Amargo y salado.
Al ver tanta agua provocada por las lágrimas de sus ojos, suspiró, creando así los vientos, que comenzaron a correr alocada e indómitamente por todas partes, alejando así las oscuras tinieblas. Así fue como la fuerza del viento hizo nacer la claridad, lo que llenó de alegría el corazón de Kóoch. Luego creó el sol, las nubes, el trueno y el relámpago. Después elevó parte de la tierra, que estaba en las profundidades del océano, y construyó una isla, sobre la cual modeló montañas y llanuras separadas por hermosos valles.
Todos los seres que había creado Kóoch empezaron a interactuar, y así se formaron ríos y arroyos, que se poblaron de peces, el agua regó la tierra, y nacieron las primeras plantas, y éstas fueron los primeros alimentos que dieron origen a los animales terrestres. Las plantas crecieron hasta transformarse en arbustos y luego en árboles, y en sus ramas anidaron las primeras aves.
Cuenta la leyenda que cuando el Sol y la Luna se escondían tras el horizonte, asomaba la noche. La Noche con el Tiempo engendro a todos los malos espíritus y a los gigantes que formaron el Ejército de la Oscuridad.
Uno de estos gigantes fue Nóshtex. Una noche Nóshtex, raptó a Nube, con la que engendró a su hijo Eial.
Kóoch al enterarse de esto, arrojó sobre Nóshtex una maldición: no sólo sería superado en belleza y poderío por su propio hijo, sino que ElAl sería admirado y venerado por todos los seres vivos de la Isla.
Al enterarse de la situación, Kíus, el chorlito, pidió la palabra y dijo:
-Más allá de la laguna, se encuentra una tierra que sólo yo conozco. Podemos mandar al joven Elal allí, donde Nóshtex jamás lo encontrará.
La idea corrió de boca en boca y todos los animales estuvieron de acuerdo, especialmente porque Kíus, el chorlito tenía fama de sabio y todos sabían que era un ave muy viajada, que conocía todos los rincones de la Mapu.
Todos los animales reunidos coincidieron que sólo había tres pájaros suficientemente grandes y poderosos como para cruzar el mar que llevaría a Elal hasta la Patagonia, cargando al niño sobre sus espaldas. Estos eran el cisne, el ñandú y el flamenco. Los tres pájaros fueron convocados a esta cita.
El ñandú y el flamenco llegaron con retraso de modo que el cisne fue el elegido para llevar a Elal. Así partieron el cisne con Elal sobre su espalda, volando a gran altura, se internaron en el inmenso océano, hasta que divisaron la montaña de la que les había hablado Kíus. El cisne cuidó de Elal durante tres días y tres noches, alimentándolo y abrigándolo, hasta que descendieron de la montaña, para que el niño comenzara con la creación de la tierra y sus habitantes.
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