Nieves Fernández Rodríguez / DECADENCIA
Hoy te tomé un bastón prestado
quería prolongar mi brazo con uno de tus membrudos brazos.
Te dolió la herida y el desgarro.
Ya ves, por los dos han pasado los años.
Ya no sabría andar
por surcos que se abren como labios
sin cerrar la puerta de salida
de este fugaz pasado.
Un surco a modo de camino
me lo está diciendo,
me lo está contando
con voces de arado
y en tono de campo.
Y la tierra toda se está haciendo eco
con temblor callado para no hacer daño.
Olivo que tamizas penas y luz agresiva,
has de despertar a todos los árboles
que exprimen su jugo dorado de almazaras vivas.
Vienen malos tiempos para festejar jocosas cosechas.
Has de dar la alarma
al jornal de invierno,
al aceite sano,
a básculas pobres que pesan pobrezas,
índices de paro
o tractores transportando raíces de árboles
que ya han sido humanos.
Has de dar la alarma a la primavera
y al mediterráneo.
Ahora hay que luchar
rama contra espada,
espada con beso,
beso contra labio,
labio contra rama
para estar presentes en este reparto
que sortea olivos
y arranca las hambres de nuestra esperanza.
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