jueves, 26 de marzo de 2020
Óscar Castro/ FUGA MOJADA
Iba por el agua la potranca fina,
la que tiene el casco de ventisca clara.
Iba por el agua delicadamente,
cruzando el misterio de un túnel de ramas.
A la dulce vera del agua crecían
hierbas de la plata de mojadas barbas.
Y bajo los dedos del viento campero,
los mimbres esbeltos tocaban guitarras.
Húmedo su belfo, -la potranca olía,
y compraba mentas con monedas de agua.
Y en el chapoteo de sus cascos tiernos escapaban peces y crecían alas.
Muasqueada por látigos de sombra, seguir pisando el estero de pura mirada.
Por sus cuatro patas como tallos grises,
subía el estero, camino de su alma.
De pronto, La Niña desnuda en el agua, deslumbró sus ojos, blanca, blanca, blanca. Llenas las pupilas de fulgores y hostias
se quedó mirando la fina potranca.
Y huyó temblorosa por el campo nuevo, rompiendo la hierba con cascos de plata.
La niña, miedosa de centauros locos,
por el bosque huía con su traje de agua.
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