domingo, 12 de julio de 2020

Lucian Blaga / La cuna




Estaba cansado

y sufría.

Creo que sufría de tanta alma.


En las colinas del amanecer abría los párpados 

y los ojos rojizos por el insomnio.


Perdido me pregunté:

Sol,

¿cómo sientes aún la loca alegría 

de levantarte?


Y en aquella mañana sin sueño,

como andaba con pasos de plomo

en un rincón oscuro encontré una cuna.

Las arañas tejían dentro sus pequeños mundos

y las carcomas molían el silencio.

Las miré con el pensamiento muy abierto.

Era la cuna

en la cual una mano envejecida hoy por mi destino 

me arrulló

el primer dormir y tal vez el primer sueño. 

Con los dedos del recuerdo

me palpé

lenta,

despaciosamente,

el pasado, como un ciego,

y sin saber por qué,

me desplomé interiormente

y entre sollozos

empecé a llorar sobre mi cuna.


Estaba cansado de primavera,

rosas, juventud y risas.

Delirando me buscaba en la vieja cuna 

con las manos a mí mismo

como un niño.



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