jueves, 16 de julio de 2020

Anda Amir / Su último paseo


"¿A dónde vamos?" preguntaron los niños.

Él se adelantó a todos ellos,

luciendo tan tranquilo como si fuera a

salir para un paseo de vacaciones.

 

"Seremos libres", respondió.

"Mira, las puertas están abiertas de par en par.

¡No llores, solo canta! Es un día festivo,

y nos vamos, ¡nos vamos afuera!"

 

Y la calle se desplegó como una estera

mientras pasaban los niños descalzos.

Cantando: "Nos vamos, y no solos,

a los campos, los campos verdes por fin.

 

"El doctor está con nosotros, no se irá

sin sus hijos. Vamos juntos

y sabemos que él nos acompañará hasta el final,

él está con nosotros ahora y para siempre."

 


Anda Amir / His last walk

 

"Where are we going?" the children asked.

He walked ahead of them all,

looking as calm as if he were going

out for a holiday stroll.

 

"We're going to be free," he answered.

"See, the gates are open wide.

Don't cry — just sing!  It's a holiday,

and we're going, we're going outside!"

 

And the street unrolled like a carpet

as the barefoot children walked past.

Singing, "We're going, and not alone,

to the fields, the green fields at last.

 

"The doctor is with us, he will not leave

his children.  We're going together,

and we know he'll go with us till the end,

he is with us now and forever.“


Janusz Korczac


Con este poema Anda Amir realza la figura de Janusz Korczac, educador y médico que tuvo, durante su trayectoria vital, una  conducta rigurosamente ejemplar entregada a la atención de la infancia desprotegida.

 

Cuando ya era un pediatra prestigioso abandonó su trabajo en el hospital y la atención a los hijos de las clases altas de Varsovia para dedicarse plenamente a atender a los niños desamparados. Fundó y dirigió dos  orfanatos (Dom Sierot en 1912 y Nasz Dom en 1919), que acogieron a centenares de niños judíos y polacos, rescatados de una vida de abandono y mendicidad. A esta tarea dedicó la vida entera hasta su muerte en 1942.

 

El momento final de su vida, del que da cuenta Amir en su poema, fue un acto de gran  heroísmo,  reflejado en la literatura (“El pianista”, de  Wladyslaw  Szpilman ), en el cine (" Korczak", de  Andrzej  Wajda), y en el teatro ("Último tren a  Treblinka", dirigido por  Mireia Gabilondo ). El 5 de agosto de 1942 los nazis (que invadieron Polonia en 1939 y crearon el gueto de Varsovia al año siguiente) obligaron a los doscientos niños que quedaban en el  orfanato a subir a un tren que los llevaría a la muerte en el campo de exterminio de  Treblinka.  Korczak, con la salud ya muy deteriorada en aquellos momentos, no abandonó a sus protegidos: se puso al frente de la comitiva y acompañó a los niños (que pensaban que iban de excursión) a un viaje que él ya sabía que los llevaba camino de la muerte.

 

Este acto final es la conclusión lógica de una vida  de coherencia implacable gobernada por uno severo compromiso ético: no abandonar a los niños y acompañarlos al terrible destino tiene un elevado valor simbólico y moral. Pero, aun así, lo más relevante es la coherencia irreductible de una vida entera. Él mismo escribió, de manera  premonitoria: “Lo más fácil es morir por una idea (...). El pecho agujereado por las balas, un arroyo de sangre...y un sepulcro lleno de flores. Lo más difícil es vivir por una idea, día tras día, año tras año”.


Anda Pinkerfeld Amir



No hay comentarios.:

Publicar un comentario