domingo, 12 de julio de 2020

Lucian Blaga / Las lágrimas



Cuando echado del nido de la eternidad,

el primer hombre

pasaba asombrado y pensativo por los bosques 

y campos, 

le apenaban

la luz, las nubes, el horizonte —y de cualquier flor 

le punzaba un recuerdo del paraíso.

Y el primer hombre, el errante, no sabía llorar. 

Una vez, agotado por el azul tan claro

de la primavera,

con alma de niño el primer hombre

cayó de cara al polvo:

“Padre, arráncame los ojos

o si te es posible fabrica sobre ellos

una telaraña, una mortaja,

para que no vea más

ni flor, ni cielo, ni sonrisa de Eva, ni las nubes, 

porque toda esa luz me duele”.

Entonces, El Piadoso, en un instante de misericordia 

le dio las lágrimas.


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