lunes, 20 de julio de 2020

Anónimo / Soneto a Cristo crucificado


No me mueve, mi Dios, para quererte,

el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.


Tú me mueves, Señor; muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido;

muéveme ver tu cuerpo tan herido;

muévenme tus afrentas y tu muerte.


Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera,

que aunque no hubiera cielo, yo te amara,

y aunque no hubiera infierno, te temiera.


No me tienes que dar porque te quiera;

pues si aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera.



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