miércoles, 8 de julio de 2020

Ron Riddell / Elegía por Óscar Tamayo


El viernes a las cuatro una bala 

se perdió en Robledo.

 

Fue hallada por un estudiante 

sentado con sus libros

a la sombra de un árbol de mango.

 

El cielo se Iienó de nubes blancas, 

los pájaros cantaron cerca.

Pero cuando esa bala se perdió:

 

los pájaros perdieron su canto,

las flores perdieron sus pétalos,

los árboles perdieron sus hojas, 

las nubes cayeron del cielo,. 

los ríos se secaron 

y el viento quedó en silencio.

 

Montamos guardia en la noche 

y en los albores del nuevo día. 

Las flores regresaron una vez más, 

los árboles encontraron sus hojas,

las nubes reanudaron sus puestos.

y el río recordó su canto.

 

Y aquel hombre joven que encontró la bala 

Ia llevó a casa de su padre,

 

Para mostrarle Io que se había perdido,

su padre lo tomó enseguida

a un cuarto de luz agonizante 

y Io dejo escuchar la inacabada canción

 

de los cielos y de la tierra

para que supiera qué había encontrado

 

y perdonara lo que había perdido.


Óscar Tamayo fue un estudiante de ingeniería de 20 años en la Universidad Nacional, Medellín, asesinado una tarde en el Campus universitario por “una bala perdida” desde un barrio en una situación de guerra.

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