sábado, 6 de junio de 2020

Rogelio Ramos Signes / Ars poética vespertilia


Todavía sentado a la mesa de lo sobrevivientes
declaro mi deuda con medio centenar de poetas
a los que aún no he leído.
Los notarios de la literatura pueden fraccionar mi cuerpo
en tantas partes como la ley lo crea conveniente
y/si algo queda de mí /
un dedal de tierra me espera al final de este camino.
Reconozco haber pecado de melancolía
en cinco de cada siete versos escritos
en siete de cada siete versos pensados
y en diez de cada siete versos asumidos.
Sin pudor ni control abusé de las palabras,
de su malevolente representación de la vida.
Pequé de alusión
nombrando a cada cosa por su imagen.
Parodiando a cada objeto en su espasmo fisiológico
pequé por omisión.
Reclamé amores, papeles y linternas.
Sobre los bordes de un jardín humillante de tan verde
tatué axiomas que caducaron a la medianoche.
Blasfemé, escribí cartas, dormí entre los muertos
 y / como quien es parte de una fábula /
me levanté temprano. Preparé las valijas.
Todavía sentado a la mesa de los indelebles
y temiendo preguntar por los que faltan,
declaro en contra de mis pocos aciertos
buscando el camino
a no sé qué cielo de portentos largamente prometido.
El vampiro de mi poesía
yace a los pies de una estatua de Quevedo.


Rogelio Ramos Signes (San Juan, 1950). Libros publicados: Las escamas del señor Crisolaras (1983), Diario del tiempo en la nieve (1985), En los limites del aire (1986), Soledad del mono en compañía (1994), Polvo de ladrillos (1995). El ombligo de piedra (2000), En busca de los vestuarios (2005). Este poema pertenece al libro inédito La Casa de Té. Tomado de Hablar de Poesía Nº 14, diciembre de 2005.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario