Páladas, poeta alejandrino, del que poco se sabe y poco se conserva, que vivió la caída del mundo pagano, zaherido por el cristianismo, y lo contó en versos desencantados. Nació y murió en Alejandría en el tránsito del siglo IV al V. Su profundo desarraigo late en los epigramas —unos ciento cincuenta— conservados en la Antología griega.
Contempló cómo la ciudad fundada por Alejandro Magno para ser la síntesis de Oriente y Occidente hervía agitada por los disturbios sangrientos y la intransigencia. Vio las ruinas de sus dioses vencidos. Atestiguó la destrucción de la Biblioteca y el brutal asesinato de Hipatia —a la que llamó en sus versos «estrella inmaculada de la sabiduría»—. Supo de la irrupción de los hunos y la entrada en Roma de los bárbaros germanos. Ante el trauma del Serapeo, escribió su desconsolado poema «Espectros»:
¿En la profunda noche estamos muertos
O en el sepulcro nos soñamos vivos?
Somos quizá los últimos vivientes
Pues ya todo
en el abismo se hunde,
muerte es la vida y ya está muerto el mundo.
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