Yo he muerto, pero tú aún respiras.
Y el viento, con su queja desdichada,
desde las lejanías infinitas
hace temblar al bosque y a la dacha..
No sacude los pinos uno a uno
sino que los agita a todos juntos
como si fuesen cascos de veleros
meciéndose en los muelles de algún puerto.
Y no lo hace por simple atrevimiento
sino porque desea encontrar dentro
de la tristeza las palabras justas
que necesita tu canción de cuna.
Traducción de Francisco Segovia y Selma Ancira
Boris Pasternak y Olga Ivinskaya
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