domingo, 24 de enero de 2021

Enheduanna / Himno a Inanna

 


Señora de todos los poderes

En quien la luz aparece,

Una luz radiante

Amada por Cielo y Tierra,

Tiara-coronada

Sacerdotisa del Más Alto Dios,

Mi Señora, tú eres la guardiana

De toda grandeza.

Tu mano sostiene los siete poderes:

Tú alzas los poderes de ser,

Tú los has colgado sobre tus dedos,

Tú has reunido los muchos poderes,

Los has abrochado ahora

Como collares sobre tu pecho.

 

*

 

Como un dragón,

Envenenaste el suelo-

Cuando le rugiste a la tierra

En tu trueno,

Nada verde podía vivir.

Una inundación cayó de la montaña:

Tú, Inanna,

Primera en el Cielo y en la Tierra.

Señora cabalgando una bestia,

Tú lloviste fuego sobre la cabeza de los hombres.

Tomando tu poder del Altísimo,

Señora de los grandes ritos,

¿Quién puede entender todo lo que es tuyo?

 

*

 

Fue en tu servicio

Que entré por primera vez

En el templo sagrado,

Yo, Enheduanna,

La más alta princesa.

Portaba el canasto ritual,

Cantaba tu alabanza.

Ahora he sido arrojada

Al lugar de los leprosos.

Llega el día,

Y la luminosidad

Es oculta a mi alrededor.

Sombras cubren la luz,

La entapizan en tormentas de arena.

Mi bella boca sólo conoce la confusión.

Aún mi sexo es ceniza.

 

 

*

 

Oh, mi Señora 

Bienamada del Cielo,

He dicho tu furia con verdad.

Ahora que su sacerdotisa

ha regresado a su lugar,

El corazón de Inanna se restaura.

El día es auspicioso,

La sacerdotisa está vestida

En hermosas túnicas,

En femenina belleza,

Como en la luz de la ascendente luna.

Los dioses han aparecido

En sus legítimos lugares,

El umbral del Cielo exclama "¡Salve!"

Alabanza a la destructora dotada de poder,

A mi Señora envuelta en belleza.

Alabanza a Inanna.



Enheduanna fue la primera escritora de la historia. Escribió varios himnos y tres poemas dedicados a la diosa Inanna, los primeros textos en la historia que se pueden atribuir a un autor.

 

En palabras de Irene Vallejo (El infinito en un junco): “Mil quinientos años antes de Homero, Enheduanna, poeta y sacerdotisa, escribió un conjunto de himnos cuyos ecos resuenan todavía en los Salmos de la Biblia. Los rubricó con orgullo. Era hija del rey Sargón I de Acad, que unificó la Mesopotamia central y meridional en un gran imperio, y tía del futuro rey Naram-Sim. Cuando los estudiosos descifraron los fragmentos de sus versos, perdidos durante milenios y recuperados solo en el siglo XX, la apodaron «la Shakespeare de la literatura sumeria», impresionados por su escritura brillante y compleja. «Lo que yo he hecho nadie lo hizo antes», escribe Enheduanna. También le pertenecen las más antiguas notaciones astronómicas. Poderosa y audaz, se atrevió a participar en la agitada lucha política de su época, y sufrió por ello el castigo del exilio y la nostalgia. Sin embargo, nunca dejó de escribir cantos para Inanna, su divinidad protectora, señora del amor y de la guerra. En su himno más íntimo y recordado, revela el secreto de su proceso creativo: la diosa lunar visita su hogar a medianoche y la ayuda a «concebir» nuevos poemas, «dando nacimiento» a versos que respiran. Es un suceso mágico, erótico, nocturno. Enheduanna fue —que sepamos— la primera persona en describir el misterioso parto de las palabras poéticas.”

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