Cada vez que un avión se cae
en cualquier parte del mundo
los diarios chilenos informan
si hay chilenos
entre las víctimas.
Pero mi hijo de cuatro años
no pregunta si murieron chilenos
pregunta si murieron niños
porque los niños pertenecen
al país de los niños
igual que los muertos pertenecen
al país de los muertos.
Eso pienso mientras camino
con mi hijo por el cementerio
y lo veo alejarse corriendo
en dirección a una lápida
donde un remolino de papel
y un Garfield de peluche
manifiestan la visita reciente
de unos padres desconsolados.
Mi hijo de cuatro años juega
con el peluche de un niño muerto
y yo temo que quiera llevárselo a casa
pero no dice nada, no quiere
llevárselo: unos segundos más tarde
lo deja respetuosamente
en el mismo lugar
y se despide no sé si del peluche
de la lápida
o del niño muerto.
Alejandro Zambra
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