viernes, 28 de agosto de 2020

Cora Coralina / Estoy hecha de retazos...

 


Estoy hecha de retazos, pedacitos coloridos de cada vida que pasa por la mía y que voy cosiendo en el alma.

 

No siempre son bonitos, ni siempre felices, pero me agregan y me hacen ser quien soy.

En cada encuentro, en cada contacto, voy quedando mayor... En cada retazo una vida, una lección, un cariño, una nostalgia... Que me hacen más persona, más humana, más completa.

 

Y pienso que es así como la vida se hace: de pedazos de otras gentes que se van convirtiendo en parte de uno también. Y la mejor parte es que nunca estaremos listos, finalizados... Siempre habrá un retazo para añadir al alma.

 

Por lo tanto, gracias a cada uno de ustedes, que forman parte de mi vida y que me permiten engrandecer mi historia con los retazos dejados en mí. 

 

Que yo también pueda dejar pedacitos de mí por los caminos y que puedan ser parte de sus historias.

Y que así, de retazo en retazo podamos convertirnos, un día, en un inmenso bordado de "nosotros".



 Cora Coralina

miércoles, 26 de agosto de 2020

Jorge Luis Borges / Por si te lo preguntan...


 "Dos personas me han hecho la misma pregunta: ¿para qué sirve la poesía? Y yo les he dicho: bueno, ¿para qué sirve la muerte? ¿para qué sirve el sabor del café? ¿para qué sirve el universo? ¿para qué sirvo yo? ¿para qué servimos? Qué cosa más rara que se pregunte eso, ¿no?

Jorge Luis Borges

lunes, 24 de agosto de 2020

Tania Ganitsky / Procesión fúnebre de Paul Celan

Paul Celan

 

Lo hallaron nueve o diez días después.

 

Por aquí pudo haber flotado su cuerpo,

delante de la cabeza de Orfeo,

que iría recitando el kadish río abajo

con un cuórum de espíritus errantes.

 

Habrá imaginado que la pregunta

con que nos invitó a leer cada poema:

«¿De dónde viene y hacia dónde va?»

sería la misma que se harían

quienes lo buscaron en la incertidumbre de los días,

 

la que recuerda una extranjera

mientras se revuelven los dolientes

en la corriente del Sena, el 22 de junio de 2016.


Tania Ganitsky

domingo, 23 de agosto de 2020

Tania Ganitsky / Nunca he tenido algo...


Nunca he tenido algoque decir.La poesía es el síntomade mi silencio.Algunas imágenes errantescomo los tigreslos caballosy las piedrasflotan en el aire.Nada de esto pesa, pasa, aplaza.Las metáforasno concilian la distancia poéticade dos abismos.El mar ha muerto.El desierto ha muerto.Lo sé porque una vez envenenéa un caracol con saly burbujeabaigual que este vertederode palabras.

Tania Ganitsky

Tania Ganitsky / El mundo va a acabarse antes bue la poesía...


El mundo va a acabarse antes que la poesía y habrá nombrespara diferenciar el olvido de la faunadel olvido de la flora.La palabra esqueleto solo se referirá a los restos humanosporque habrá una forma particularde describir el conjunto de huesosde cada especie extinta.Habrá un nombre para designar la última chispa de fuego,un nombre primitivo como el del maíz,y otro para la transparencia del ríoque muchos se habrán lanzado a atraparal confundirla con sus almas.Las crías nacidas ese día no se tendrán en cuenta,pero la palabra parto sustituirá la palabra ironía que ya habrá sustituido la palabra tristeza.Y habrá un léxico de adioses,porque se dirán de tantas formasque llenarán un libro entero, que es lo que quedará del amor,de la literatura.El mundo va a acabarse antes que la poesíay la poesía continuará afirmando su devoción a lo perdido.


Tania Ganitsky

Tania Ganitsky / Podría leer una hora más sobre Emily Dickinson…


Podría leer una hora más sobre Emily Dickinson, 

o quizás uno de sus poemas. Mejor trataré de olvidar 

uno para asombrarme de nuevo y hacerle miles 

de preguntas. ¿En qué aguas pescas las palabras?

¿Mientras esperas a que muerdan el anzuelo, te 

distraen las medusas que flotan alrededor? ¿Las 

muerdes tú primero? Empecé a escribir este poema 

para olvidar uno tuyo y el oleaje nos aproximó. Mira 

lo cerca que estamos: el barco averiado en que saliste 

pensar se hunde justo aquí y no sé si nos salvamos.


Tania Ganitsky

Cora Coralina / Humildad

 

Saber vivir

No sé… si la vida es corta

o demasiado larga para nosotros.

 Mas sé que nada de lo que vivimos

tiene sentido, si no tocamos el corazón

de las personas.

Muchas veces basta ser:

regazo que acoge,

brazo que envuelve,

palabra que conforta,

silencio que respeta,

alegría que contagia,

lágrima que corre,

mirada que acaricia,

deseo que sacia,

amor que motiva.

Y eso no es cosa de otro mundo,

es lo que da sentido a la vida,

es lo que hace que ella

no sea ni corta, ni demasiado larga,

sino que sea intensa,

verdadera, pura…. mientras dure.


Cora Coralina

sábado, 22 de agosto de 2020

Cora Coralina / Saber vivir


No sé… si la vida es corta

o demasiado larga para nosotros.

Mas sé que nada de lo que vivimos

tiene sentido, si no tocamos el corazón

de las personas.

Muchas veces basta ser:

regazo que acoge,

brazo que envuelve,

palabra que conforta,

silencio que respeta,

alegría que contagia,

lágrima que corre,

mirada que acaricia,

deseo que sacia,

amor que motiva.

Y eso no es cosa de otro mundo,

es lo que da sentido a la vida,

es lo que hace que ella

no sea ni corta, ni demasiado larga,

sino que sea intensa,

verdadera, pura…. mientras dure.


Cora Coralina

viernes, 14 de agosto de 2020

Pedro Humire Loredo / Monte Patria amada

 

Monte Patria - Cerro Guayaquil


Un cantar quiero para mi monte patria

 con el amor de un campesino

 que a la patria, la pachamama

 cada mañana saluda

 cuando la claridad asoma por el cerro guayaquil,

 por el cerro san Juan, 

 por el cerro de la antena, 

 que al mirarlos se van de mi las penas

 por el rió grande se van mis sufrimientos 

 cada vez que miro sus aguas al atardecer, 

 como si en los arreboles de las laderas

 y las olas del paloma hacia abajo

 estuviese el amor de los indios

 que su inmenso corazón nos dejaron 

 y no nos damos cuenta que aquí vivieron,

 dicen que desaparecieron

 ¡nooooo 

 Aún existen y ellos le dan la fuerza a  nuestro canto 

 ¡canta indio o mestizo monte patrino

 aún que la vida te presente los escollos más difíciles 

 y las pruebas más dolorosas del destino

 ¡ canta al amanecer y en todo momento  

 canta cuando tu corazón más flaquee 

 y asi podamos abrir las melgas

 para los sombríos de nuestros hijos 

 que nos iran siguiendo en el camino

 ¡canta monte patrino

 hasta que te escuche  

 la voz de los indios que aquí primero sembraron

 y te escuchen los corazones de nuestros hijos

 que sembrarán mañana y siempre

 las semillas eternas de monte patria


 Pedro Humire Loredo

Pedro Humire Loredo / Quena



Mi tío Bartolomé tocaba quena de metal inca,
cuando todas las casas estaban ya cubiertas

de sombra. Sí,así era,

Sentado en la base de piedra de la puerta de su casa

hacía sonar su quena de bronce aymara.

Tocaba extrañamente lejano en el tiempo.

Mi padre se paraba en el zaguánl a oírlo

y luego en la cocina nos decía:

" Tu tío toca bien el único"

Nosotros no entendíamos su forma de tocar

Tocaba extrañamente lejano en el tiempo.

¿Qué forma de tocar sería aquella?

Nosotros, lluq'alias o waynas que habíamos 

vivido mirando y midiendo cañas, quebrada

arriba y quebrada abajo Cañas de canutos

largos y sonoros para hacernos una quena.

nosotros que éramos su semilla,

nosotros que veníamos en su mismo río

No podíamos entender el mensaje milenario 

de aquel anciano.

¡Aaah mi pueblo aymara!




Pedro Humire Loredo / Parinacota

Iglesia de Parinacota

Me partes a mí

Y al tiempo,
Parinacota de los pedregales,
Lugar primero, madrugada del universo,
Iniciación de los sentimientos,
Donde piensa el viento grande
Y se encuentran las edades.

Cuando nos conocimos
Me envolviste con tu grito
Y tuve la sensación de hundirme

En tu perennidad,
Parinacota, residencia de mi espíritu.

Dejé marcada en tus adobes
Mí locura,
Y se partió la blanca pared de las casas
Cuando te conté aquello,
Parinacota de mi recuerdo.

Los dos llorábamos,
El ave bajó al arbusto
A sepultar su plumaje;
Más hará navegar su canto
Hoy y siempre,
En mi profundidad
Y en los reflejos de tu laguna.

Tristemente vimos a las vicuñas
Doblegar su salvaje trote frente a la muerte,
Pero desde aquel tiempo
Siento correr la dulce sensibilidad de ellos
Entre mi sangre,
Parinacota, mi necesario hallazgo.

¡Como estás en mi!
Que cuando te sueño
Me responde tu ventarrón,
Ese de tus tardes,
De tu lluvia,
De tus confidencias en esa blancura
Del tiempo de invierno,
De esos días en que buscas
Y corres riendo sobre tus penas
O llorando frente a tu encuentro.

Nuestra dulce desgracia, Parinacota,
Los dos la guardaremos,
No habrá mas quien la sepa.
Yo te entregué mi locura
Y tu me confiaste el frío de tu tristeza
En el lenguaje perenne de América…
Todo multiplicará entre tu y yo solamente.
Parinacota, maternal huella encontrada.

 

 Pedro Humire Loredo

martes, 11 de agosto de 2020

Miguel Hernández / Nanas de la cebolla

 

Alberto Cortez / Nanas de la cebolla

La cebolla es escarcha

cerrada y pobre:

escarcha de tus días

y de mis noches.

Hambre y cebolla:

hielo negro y escarcha

grande y redonda.

 

En la cuna del hambre

mi niño estaba.

Con sangre de cebolla

se amamantaba.

Pero tu sangre

escarchaba de azúcar,

cebolla y hambre.

 

Una mujer morena,

resuelta en luna,

se derrama hilo a hilo

sobre la cuna.

Ríete, niño,

que te tragas la luna

cuando es preciso.

 

Alondra de mi casa,

ríete mucho.

Es tu risa en los ojos

la luz del mundo.

Ríete tanto

que en el alma, al oírte,

bata el espacio.

 

Tu risa me hace libre,

me pone alas.

Soledades me quita,

cárcel me arranca.

Boca que vuela,

corazón que en tus labios

relampaguea.

 

Es tu risa la espada

más victoriosa.

Vencedor de las flores

y las alondras.

Rival del sol,

porvenir de mis huesos

y de mi amor.

 

La carne aleteante,

súbito el párpado,

y el niño como nunca

coloreado.

¡Cuánto jilguero

se remonta, aletea,

desde tu cuerpo!

 

Desperté de ser niño.

Nunca despiertes.

Triste llevo la boca.

Ríete siempre.

Siempre en la cuna,

defendiendo la risa

pluma por pluma.

 

Ser de vuelo tan alto,

tan extendido,

que tu carne parece

cielo cernido.

¡Si yo pudiera

remontarme al origen

de tu carrera!

 

Al octavo mes ríes

con cinco azahares.

Con cinco diminutas

ferocidades.

Con cinco dientes

como cinco jazmines

adolescentes.

 

Frontera de los besos

serán mañana,

cuando en la dentadura

sientas un arma.

Sientas un fuego

correr dientes abajo

buscando el centro.

 

Vuela niño en la doble

luna del pecho.

Él, triste de cebolla.

Tú, satisfecho.

No te derrumbes.

No sepas lo que pasa

ni lo que ocurre.


Miguel Hernández


“Esta semana, como las anteriores, llega martes y no ha llegado tu carta. También empiezo a escribir ésta para que me dé tiempo a echarla después, cuando el correo me traiga la tuya, que no creo que falte hoy. Estos días me los he pasado cavilando sobre tu situación, cada día más difícil. El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando esas coplillas que le he hecho, ya que aquí no hay para mí otro quehacer que escribiros a vosotros y desesperarme”.

 

Carta de Miguel Hernández desde la cárcel de Torrijos a su esposa Josefina Manresa (Madrid, 12 de septiembre 1939)

jueves, 6 de agosto de 2020

Mirka Arriagada / Pompeya


 

¡Mi ciudad, mi amada, mi blanca! ¡Ah, esbelta, Escucha!
Escúchame, y yo soplaré dentro de ti un alma

E. Pound


Inexplicablemente
Las inmediaciones del Vesubio
Continúan habitadas
Hombres y mujeres
Duermen y despiertan
Abren sus negocios
Con una serenidad escalofriante

Debajo de Hiroshima
Encima de Sodoma
Las tres capas exactas de la extinción
Sal
Lava
Hidrógeno
Muerte con muerte y muerte
Remoción de escombros
Desenterrar
Imaginar la copa rota del volcán
Beber el trago amargo al seco espanto
Reconstruir los mapas de la profundidad

Yo no imagino la belleza de Pompeya
Sin su exterminio
Toda ella enroscada en el perro
Encadenado a su carbón
Ladrando en llaga infinita
Más allá el prostíbulo
De la Via dell’Abbundanza
La bella Smyrna
Cobrando las más inútiles monedas

Escucho el ruido del alabastro
Entrechocando al viento
Con los gritos de los niños
Atrapados en súbita ancianidad

Babel, Sodoma, Alejandría,
Jerusalem, Hiroshima, Bagdad,
Manhattan, Jenin, Ramala
Nos arrancan de la muerte individual
Lo que tememos es la muerte de la tribu
La muerte que mata al gusano
Que debió habitarnos

Arqueólogos
Retroexcavadoras
Carbono catorce
Debimos dejarla donde estaba
Preñada del Fénix y sus cenizas
Acaso sea sagrado
El espacio inmemorial
Donde se apagó la vida.


Mirka Arriagada